Esta es la gran pregunta que toda empresa de expediciones le hace en algún momento a su jefe de Recursos Humanos: ¿Qué se necesita para armar un gran equipo para la temporada de ascenso? ¿Un buen reclutador? ¿La perspectiva aguda y la intuición de un buen perfilador laboral? ¿Buena suerte? Es prácticamente imposible determinar la cantidad de factores involucrados a la hora de armar un staff o encontrar a la persona adecuada en una actividad tan compleja como lo es el mundo de las expediciones.
¿Cómo los encontramos?
El buen personal suele ser un bien escaso. Esto, por duro que suene, es completamente cierto. Y por eso los reclutadores dedican mucho tiempo a mejorar las formas de, en primer lugar, encontrar talento y, en segundo lugar, mantenerlo. Por cierto, siempre es más fácil encontrarlo que mantenerlo, especialmente entre las nuevas generaciones, que están siempre en búsqueda de mejores oportunidades o no se apegan tanto a estructuras o rutinas. Y eso, ¿es algo malo? ¿Es realmente tan malo tener alta rotación entre nuestro personal? Depende. Si estamos buscando personas que entiendan la cultura, los valores y el propósito de lo que hacemos en un proyecto a largo plazo, entonces sí es un problema. Pero, por otro lado, si lo que buscamos es gente para realizar tareas que requieran poca preparación y de manera temporal, luchar por retenerlas puede ser un esfuerzo mal canalizado, especialmente si podemos enfocarlo en retener a quienes sí ocupan puestos de mayor responsabilidad. Habiendo dicho eso, vayamos al enunciado que nos metió en este lío: ¿Cómo se arma un gran staff? De todas las formas y maneras que se nos ocurran.
Todo lo anterior nos lleva a enunciar ciertas verdades innegables. Primero: el buen capital humano es difíciles de encontrar, y el excepcionalmente bueno es aún más difícil de descubrir, y de ahí surge la segunda verdad: una vez que encontramos buenas personas para nuestra empresa, deberíamos tratar de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para retenerlos, incluso sabiendo –y aceptando– que podrían estar con nosotros tan solo para sumar experiencia o simplemente como un paso hacia pasturas más verdes en otro lado. Y eso, ¿es eso realmente tan malo? Una vez más, depende de cómo se mire el vaso que por cierto, no está ni medio vacío ni medio lleno. Es solo un vaso que contiene líquido, nada más. Tal vez, deberíamos preguntarnos qué podemos hacer para que nuestro capital humano se sienta más cómodo y con la posibilidad de proyectarse en un mediano o largo plazo, y eso suele ser bastante más que darle ropa nueva de marca o puffs para sus carpas en el campamento base. La codiciada y cotizada sensación de pertenencia se obtiene –casi siempre– con algo más que comfort.
A las compañías de expediciones nos ha llegado el momento de aceptar lo que las demás empresas de servicios han ido advirtiendo desde hace ya varios años: retener al recurso humano, al menos en un futuro próximo, será tan difícil como llegar a una cumbre. A cualquier cumbre.
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