La etiqueta de la propina en Aconcagua: Todo lo que hace falta saber.

La primera escena de la película de Perros de la calle de Quentin Tarantino, abre con un debate muy interesante: ¿Por qué en ciertos lugares dejamos propina y en otros no? Tengamos en cuenta que la película transcurre en los Estados Unidos, en donde el tema de la propina no sólo está estandarizado en casi todos lados y en todas las actividades, sino que además es un tema cultural. En dicha escena, uno de los protagonistas (el genial Steve Buscemi) se niega a aportar al pozo de la propina, por considerar que el servicio recibido en el dinner en donde se encuentran todos –una pandilla de ladrones a punto de ejecutar un robo– no estuvo a la altura de lo que él esperaba. No vamos a contar nada más sobre la película, pero sí vamos a usar esa escena para entrar directamente en un tema que puede llegar a ser controversial, incluso en el mundo de las expediciones: la propina.
Como puntapié inicial de este asunto, conviene aclarar que no existe un consenso general sobre la “etiqueta” de la propina de las expediciones de todo el mundo, ya que hay países en los cuales el porcentaje está fijado con anterioridad y otros en donde la propina no es algo usual, como en el caso de Francia, en donde darla es algo más parecido a un gesto que a una obligación, a diferencia de los Estados Unidos, en donde no dejarla es poco menos que un insulto. Y si a esto le sumamos que cada país tiene sus motivos y sus rubros a premiar con dinero, el asunto se vuelve un poco más complejo. De cualquier modo, los expedicionarios suelen querer recompensar a toda la cadena de gente que les brinda un servicio de excelencia, especialmente cuando con ese servicio pudieron sentirse cuidados y tratados de una manera especial.
Y ahora vayamos al Aconcagua, en la cual este tema está bastante organizado entre los miembros de nuestras expediciones. Para empezar, hay que aclarar que la propina no es obligatoria, por lo cual nuestros equipos de trabajo (guías, personal de campamento, porteadores, etc) no van a reclamarla de ninguna manera, lo cual no significa que no la estén esperando, ya que trabajan muy duro para merecerla durante los cuatro meses que dura una temporada normal, y ese extra también les ayuda en su economía anual.
Cuánto se considera apropiado como propina, también puede variar ampliamente. Por lo general, los guías actúan como intermediarios entre las diferentes áreas y juntan el dinero para entregarle a quien los clientes quieran recompensar, y después se lo entregan al jefe de campamento o al jefe de porteadores, quienes lo reparten equitativamente entre todos los miembros del grupo. Algo a destacar, por lo menos en AMG, es que la propina recibida llega a todos por igual. Esta sana democracia significa que cada persona involucrada en el servicio es recompensada, ya que en la montaña todos trabajan por igual, aunque el cliente no lo vea de manera directa.
Otra forma de da propina, especialmente en el caso de los porteadores –que son todos estudiantes de la carrera de guía de montaña– una opción muy aceptada y recomendable, es venderles a precio de rebaja el equipo que no sea necesario en otra expedición, o que los clientes no deseen llevar de regreso a su país, especialmente si al hacerlo van a tener que pagar exceso de equipaje, mismo que puede llegar a significar una suma mayor que el costo del equipo en si mismo. Esta opción, y dependiendo de los elementos en cuestión, también se aplica al personal de campamento o los guías. Incluso hay ocasiones en donde los expedicionarios regalan elementos como premio a una tarea que superó muy ampliamente lo esperado.
La propina es la manera en que el pasajero reconoce el esfuerzo, y la voluntad por hacerlos sentir como en casa, aun cuando se encuentren a miles de kilómetros de sus hogares. Nuestra gente es experta en eso. Lo dan todo, y siempre un poco más. Por eso nos encanta cuando nuestros clientes les demuestran lo bien que los hicieron sentir con ese merecido premio.

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