Hielo, nieve y agua: ¿Hasta cuando?

No vamos a empezar este post de manera apocalíptica. Sin embargo, debemos tener en cuenta los datos suministrados en el último estudio de las Naciones Unidas sobre el cambio climático. A nadie le gusta leer malas noticias, pero quizás esta actitud ha sido lo que nos ha mantenido, en muchas ocasiones, mirando en otra dirección. Pero aún estamos a tiempo. El cambio climático llegó hace mucho, y de a poco vamos viviendo sus consecuencias de una manera cada vez más brutal. Entre dichas consecuencias, una de las más palpables es que todo esto afecta a lugares como la provincia de Mendoza, donde también existe el derretimiento acelerado de sus glaciares y la escasez de nevadas en invierno, el cual se siente cada vez más como una especie de otoño extendido. Lejos quedaron −a casi dos décadas de distancia− las copiosas nevadas que mantenían vivos a los principales centros de ski de la provincia, y en los cuales tanto turistas como montañistas aprendimos a esquiar. Esta falta de nevadas ha traído otra consecuencia inesperada en nuestra actividad de montaña. La última temporada en la que el Parque Aconcagua estuvo abierto para ascensos, la falta de precipitación invernal hizo que los campamentos de altura no tuvieran nieve para derretir en las expediciones. Los grupos que ascendieron desde finales de noviembre y hasta la primera semana de diciembre tuvieron que hacer algo que hasta ese momento nunca se había requerido: portear agua desde campamento base hasta Plaza Canadá, o sea, desde Campo 1 de la Ruta Normal. Afortunadamente, las nevadas de diciembre permitieron tener agua para el resto de la temporada. Por otro lado, la escasez de agua en los campamentos base no es problema, ya que tanto las lagunas que se encuentran en la periferia de Plaza de Mulas como el agua que surge del glaciar Horcones superior son un reservorio invaluable para la actividad deportiva, que además ocupa una parte casi minúscula de lo que está almacenado o que el hielo puede proveer. Con este panorama, aparentemente sobrio, sólo nos queda adaptarnos. En un futuro quizás no muy lejano, todas las expediciones deberán portear el agua hasta los campamentos de altura, y las expediciones deberán reformular ciertas partes de su logística en los campamentos de altura. No es algo grave. Peor sería no contar con agua en lo absoluto, pero ni es el caso ni lo será en las décadas por venir. Aun así, el mundo está cambiando. La tarea individual que nos toca a cada uno, es la de cuidar los recursos naturales. No vamos a hacer un posteo para enumerar todas las iniciativas que se pueden hacer al respecto. Eso les quedará de tarea a quienes lean este artículo.
Tampoco vamos a cerrar este posteo de manera pesimista. Hay suficiente gente buena peleando por lograr un cambio sustentable, y creemos que la voluntad de todos juntos puede significar mucho. Así como el ser humano puede destruir, también puede reconstruir. Hemos sido capaces de lograr hazañas monumentales como especie. Es hora de demostrar que podemos hacerlo una vez más.

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